viernes, 10 de octubre de 2008

Palabras de Juan de Dios Castro Lozano, Subprocurador de Derechos Humanos, Atención a Víctimas y Servicios a la Comunidad de la Procuraduría General de la República, durante la inauguración del Centro Regional de Atención a Víctimas en el Distrito Federal, con sede en las instalaciones de la SDHAVSC.

México, D.F., a 10 de octubre de 2008



Ya se señaló que hoy es un día extraordinario para un sector muy importante y muy respetable para todos los mexicanos, que es el día del perdón. Especialmente para ellos y para todos los mexicanos del país.

Por eso me tomaré una licencia –que ya me la he tomado en muchas intervenciones mías–, citar en este día las palabras, –mi estimado señor Fastlich, mi estimado señor Berinstain, del Consejo Ciudadano–, del Profeta Daniel, conocido muy especialmente por ustedes, y para todos los que me acompañan en el presidium.

Creo en la fuerza oculta de Dios, que purifica los huesos calcinados, que los cubre de carne viva y que saca hombres nuevos de las mismas piedras.

Licenciada María Cecilia Landerreche Gómez Morín, titular del Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia y representante de la esposa del señor Presidente de la República, doña Margarita Zavala.

Licenciado don Juan Miguel Alcántara Soria, colega y muy estimado Subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República.

Señor don Marcos Fastlich, presidente del Consejo de Participación Ciudadana de la Procuraduría General de la República.

Señor José Rubinstein, titular de la Comisión de Atención a Víctimas del Consejo de Participación Ciudadana.

Mis estimados colegas de la Procuraduría General de la República.

Doña Guadalupe Morfín, don Alejandro Gómez Sánchez, señor Delegado de la Delegación Cuauhtémoc –no nos olvidamos todavía de ese gran evento–.

Funcionarios todos de la Procuraduría General de la República.

Señoras y señores:

Profunda satisfacción me causa la inauguración de este Centro de Atención a Víctimas del Delito. Ya tenemos otro, tenemos otro en el Distrito Federal, no se da abasto, inauguramos este segundo, y no nos daremos abasto.

Lo ideal sería abrir uno en cada una de las Delegaciones del Distrito Federal.

Tenemos otro en Ciudad Juárez; tenemos otro en Monterrey, tenemos otro en Acapulco, Guerrero; tenemos otro en Guadalajara; tenemos otro en Morelia y vaya que ha desempeñado un papel destacado con el último acto de terrorismo en Morelia, Michoacán, cuando todos nuestros psicólogos, tanto del Centro de Víctimas de Morelia, como del Distrito Federal, pasaron a atender a los familiares de los 298 heridos, los familiares de los lamentablemente ocho fallecidos en ese acto execrable de la delincuencia organizada.

Tenemos otro en Torreón, Coahuila; tenemos otro en Gómez Palacio, para cubrir la Comarca Lagunera del estado de Durango; tenemos otro en Cuernavaca; tenemos otro en Mérida y espero que dentro de pocos días tengamos otro en Mazatlán, Sinaloa; y otro más en el estado de Oaxaca.

Por supuesto esto no sería posible sin el apoyo total que nos ha dado el ciudadano Procurador General de la República, don Eduardo Medina Mora y, por supuesto, quien hace esfuerzos extraordinarios para sacar sangre de las piedras, nuestro muy estimado Oficial Mayor, don Rafael Ibarra Consejo.

Y este Centro se inaugura en el centro del país, donde se forjó la raza mestiza de la que hablaba Vasconcelos en su extraordinaria obra, denominada “La raza cósmica”, porque tanto en Baja California, como en México, como en Yucatán, los mexicanos fraternizamos con el escudo de nuestra bandera.

Mientras el nopal con sus pencas erizadas de púas y el peñasco bravío que emerge de la laguna transparente parecen presumir nuestra indomable naturaleza, pues la lucha del águila y la serpiente simboliza de maravilla todo nuestro pasado, y este girón de la patria, que es la hermosa tierra mexica, pues ella y sus chinampas escondidas, como dice la hermosa canción de Guadalupe Trigo, nos hace conocer el solar de nuestros abuelos, que será también el solar de las generaciones de muchachos.

Sus hijos y nuestros hijos, que formamos y que constituyen las futuras riadas de mexicanos en esta casa grande y amada, que es nuestra patria.

Y algunos me dirán: “Pues muy bonitas palabras, señor licenciado, pero eso es poesía. Eso es poesía ¿Por qué no nos habla de lo que el señor Delegado de la PGR en la Delegación Cuauhtémoc, nada menos hace tres o cuatro semanas veíamos y palpábamos en los niños y en los padres de familia de las secundarias, de una sola Delegación del Distrito Federal, niños con padres y madres trabajando, situación económica media”.

Sí, pero sin comunicación con los padres, “toma 100 pesos, desayunas, comes y cenas, y nos vemos en la noche”. O los niños donde sin padre, la madre se destroza la espalda trabajando para suplir al padre; o niños sin padre y sin madre, atendidos por vecinas; o familias completas donde la abuela, el padre, la madre y los hijos, todos, todos, dedicados a ser una partecita de la descomposición social, que es la descomposición de la célula de la familia, dedicados todos a narcotráfico y encomiando todos la actividad de todos, que es la fuente de economía del lugar.

Dios me ha permitido vivir y nunca lo soñé de joven, veo una patria donde tuviera vigencia la federación. Y este ataque a la delincuencia organizada, debe unirse el Ejecutivo Federal, los gobernadores y los presidentes municipales; y quiero anunciarles que nos hemos comunicado con los dos mil y pico de presidentes municipales del país.

Dentro de poco tendremos, dentro de los ayuntamientos de todo el país, cubiertos por los municipios, representantes de prevención del delito que, junto con los gobernadores y junto con nosotros, nos ayudarán en esta labor terrible, pesada, una lápida que pesa sobre nuestras espaldas, de apostar por la prevención más que la punición.

En estos Centros se atienden a las víctimas del delito federal y del orden común. A todos los hombres y las mujeres, y también a los menores.

Y permítanme hablar en una pincelada de los derechos del menor. Voy a hablar del ya nacido, dejo de lado –porque no es el tema– el tema del aborto, pero ponderándolo con la energía total con la que ha de ser, anatematizado todo lo de facto. La vida del menor implica alimentación, sí; hogar, vestido y tiene juegos, salubridad.

Ya asistimos a un evento en el sureste, luchamos contra la mano pequeña en el trabajo. Los niños de cinco, seis y siete años trabajando en lugar de tener higiene, escuela, educación, salud, apoyo de la familia.

Su protección –y no me tiemblan las manos en decirlo–, depende mucho de la normal constitución de su hogar, con su padre y con su madre. Evidentemente la madre, porque la madre puede suplir al padre, pero el padre no puede suplir a la madre.

El menor tiene derecho a una educación ética, ojo, yo no estoy hablando de religión, estoy hablando de valores, que lo persuada cuando sea ciudadano de la bondad de la sociedad en que vive. El valor de la honradez, del trabajo, de la responsabilidad, de la solidaridad, del esfuerzo, tiene derecho a un orden económico justo dentro del cual el padre de familia tenga un puesto de trabajo conveniente y justamente retribuido.

No porque se acaben totalmente los pobres, porque la sagrada escritura, –y de eso hace más de dos mil años–, decía: “los pobres los tendreís siempre con vosotros”, pero hablo de los pobres, no hablo de los miserables, no hablo de la inframiseria que haga de la decorosa sustentación del hogar, y permítanme, hablaré también de que el niño tiene derecho a un estatus.

Todo menor tiene entre sus grandes anhelos ser alguien, elevar su autoestima, valer algo. Y ¿por qué no decirlo? Tener algo también.

Este es uno, y son varios de los derechos del más alto rango. Y ¿saben por qué? Porque se refiere al aspecto espiritual de la persona, ser y valer. No un frasco, no una piedra, no, “yo soy y tengo conciencia que soy, porque tengo inteligencia, tengo voluntad, tengo libertad. Voy adquiriendo responsabilidad para ejercitar esa libertad”.

Y debe, tiene derecho a ejercitar sus actitudes que, como ser humano, se le ha otorgado –para el creyente–, o alguien superior a nosotros, –para el no creyente–, por la naturaleza.

En algo, ser algo que le de obra y prestigio a él, a sus padres, y también a la comunidad, y mediante su esfuerzo obtener recursos para vivir con honor y, sobre todo, algo que les digo a los Delegados cuando entro en las celdas y veo a jóvenes y jovencitas de 15 y 16 años drogadas, les digo: “¿saben qué? Son personas y tienen dignidad humana. Y piensen que alguno de ellos podría ser alguno de sus hijos, les digo a los Delegados y a los agentes del Ministerio Público.

Y cuando los dejan salir por algún soborno, –me va a regañar, mi director de Comunicación Social, me regaña cada vez que lo digo, me dicen mis colaboradores: “Ya no lo diga, licenciado”–, el funcionario corrupto es peor que la prostituta, porque la prostituta vende su cuerpo, pero deja intacta su alma, y el funcionario corrupto vende su alma para alimentar el cuerpo, y en la noche besa con ternura y amor la frente de sus hijos.

¿Y qué más puedo decir? ¿Y qué más puedo llamarles a ustedes?

Un abogado dijo, Cristi, que nos hizo el favor de llevarnos a esta visita guiada, no, tenemos muchos abogados, cuando falte uno, lo sustituye otro. Como a los grandes ejércitos romanos, griegos y macedonios: cuando caían los de adelante, venía la segunda fila y los sustituía.

Pero nadie puede dar lo que no tiene: nuestros abogados, nuestros médicos, nuestros psicólogos, deben tener lo que se llama calidad de amor, tratar a los niños con delicadeza, respetando su dignidad, aunque sea dignidad (inaudible) por la violación de los parientes o de los extraños.

Las niñas de siete y 12 años violadas por el padrastro o por los extraños; las mujeres heridas y maltratadas, y ser burócratas, sí, yo soy burócrata, yo formo parte, amigos míos, de una burocracia de la que estoy orgulloso si se le agrega un calificativo: una burocracia humanística.

A los señores del presidium, señores invitados, y a todos los presentes, amigos todos, muchísimas gracias.

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